Contener: según la RAE, ‘llevar o tener [algo] dentro’, ‘poner freno [a algo]’. Dos acepciones que convergen a la perfección en un contexto concreto y aún vigente, la emergencia sanitaria derivada del COVID-19, y en un objeto específico, el envase de gel hidroalcohólico.
Hace poco más de seis meses la sociedad tal y como la conocemos paró. Nuestros hábitos y rutinas -afectivos, sociales y laborales- saltaron por los aires. Pero una parte del tejido industrial no tuvo esa opción. En muchos casos, tan siquiera se planteó la posibilidad de parar. El sector del envase fue uno de ellos y son muchas las empresas que, como RAFESA, nos situamos en primera línea de actividad, asegurando el abastecimiento de todo tipo de envases en general y de uno en particular.
Una determinación que fue más allá de lo estrictamente empresarial. Para nosotros fue un compromiso con el consumidor. En nuestro caso en concreto, un deber que asumimos desde el minuto uno ante la necesidad urgente de suministrar envases que debían contener un elemento líquido que ha vertebrado parte de la estrategia sanitaria para hacer frente a la pandemia en todo el mundo: el gel hidroalcohólico.
Propuestas del sector
El sector del packaging se ha situado siempre al lado del consumidor, con una vocación de servicio que le ha hecho permanecer atento a las necesidades que se han ido sucediendo en los últimos años. Nuevos diseños, nuevos procesos de fabricación más eficientes, nuevos materiales que redujeran el impacto en el medio ambiente y, en 2020, nuevos usos. Uno en concreto: el suministro ágil, seguro y eficiente de un envase que ha pasado a ser, seguramente, el objeto más visto en nuestras calles, tiendas, casas, oficinas, restaurantes, hoteles y bolsos. A nadie se le escapa que el envase con gel para higiene ya es el denominador común de cualquier espacio. No importa el lugar. A escasos metros, seguro, hay un dispensador de gel hidroalcohólico.
A lo largo de estos seis meses, el sector ha hecho frente a un doble reto. En un primer momento, fue asegurar el suministro ante el incremento exponencial de la demanda. Antes de ser el objeto común que hoy es, fue el objeto más deseado, el más solicitado del mercado. Superada esta fase, la permanencia del COVID-19 en la población y la omnipresencia del gel en cualquier espacio (abierto o cerrado), transformó ese primer objetivo. Llegó el momento de adaptar y mejorar el diseño, su capacidad y la forma, entre otros, según las necesidades del mercado y la sociedad.
Afinar, en definitiva, el producto a su nueva realidad, más asentada, más estudiada. Pasamos de un momento en el que cualquier envase cumplía la función (en el caso de los envases de gel para higiene), a un nuevo escenario donde somos más selectivos y los hay quienes empiezan a marcar diferencias, y donde entra la creatividad. Porque no es lo mismo el envase que tenemos en casa que el que llevamos en una bolsa de mano, que el que nos encontramos en la entrada de un restaurante, o el que se utiliza en las escuelas cuando los alumnos entran a las aulas.
Nueva linea
En este contexto, en RAFESA hemos trabajado en una nueva línea de envases específicos para la higiene y la desinfección de manos y también para la higiene ambiental. En diferentes formatos y con distintas pulsaciones en función del uso y su ubicación. Una línea perfecta para contener soluciones hidroalcohólicas y jabonosas, geles sanitarios, desinfectantes, etc. En definitiva, el ‘contenido’ clave, como apuntábamos al inicio del artículo, para ‘contener’ la pandemia. Una gama elaborada con gran diversidad de materiales (vidrio, plástico reciclado y reciclable, etc.) y que se acompaña de un amplio abanico de accesorios personalizables.